El parque
La noche anterior no fue como todas las noches: no hubo pronóstico del tiempo para mí. Cuando la chica del Clima explicaba las isobaras, las velocidades del viento y las máximas de la temperatura yo miraba un vídeo más de gatitos en el teléfono. No es por excusar mi distracción, pero nadie puede negarse a ver esos vídeos. Algo deben tener para que tantos millones caigamos embobados día a día. Nunca me imaginé que pagaría caro mi descuido.
Esa mañana tampoco nada parecía estar fuera de sitio. Llegamos temprano, vestidos de deporte y dispuestos a comernos el mundo. Un domingo en el parque, ¿qué podía salir mal?
Un sol tan redondo y amarillo que todo lo calentaba: la grama, los árboles, el lago, todo. El viento tan tranquilo, ¡tan cálido! Y luego los pájaros, ese piar que hacían era alegría perfecta. Todo parecía decir: hoy será el día más hermoso del año. Pero el sol, el viento y los pájaros mintieron.
Y allí fue cuando creyendo toda esa mentira te invité a remar por el lago. Conduciendo el barquito, llevando los remos. He de confesar que no tenía muchas ganas, pero quería quedar bien. Mea culpa.
Remar, remar, remar y llegamos al centro del lago. ¡Qué bonito se veía todo desde allí!
Y de repente ¡Zaz! Todo cambió. El sol se nubló de repente, el viento comenzó a soplar y soplar y los pájaros empezaron a volar para guarecerse….Y allí llegó la lluvia y lo llenó todo.
Nadie piensa que se pueda naufragar en un parque y mucho menos en un lago artificial; pero tú y yo ahora sabemos que si es posible. O por lo menos así lo creí. Y fue entonces cuando me dio miedo.
Temí que me iba a ahogar. Ahora que lo pienso es algo imposible en un lago de medio metro de agua de profundidad. Pero eso me pasó por la mente cuando salte a tierra y salí corriendo.
Sé que no estuvo bien. Espero que no sientas rencor porque te haya dejado allí. Con el barco, con los remos, con las olas…si, es cierto que olas no hay en un laguito.
En fin, te pido perdón por haberme ido. Y me gustaría que volviéramos a vernos. Quizá no sea buena idea el parque, ¿no crees?
Ramón Gullón
Texto realizado para el taller Fotografía Escrita dictado por Mílitza Zúpan